En el mes de los padres, queremos compartir la siguiente reflexión: ¿Qué hacemos por nuestros queridos “viejitos”? Generalmente, tendemos a menospreciar y ser crueles con nuestros adultos mayores y les brindamos pocas muestras de afecto, quizás porque creemos que ya no necesitan cariño, ternura, comprensión, compañía. Cuan equivocados estamos, estos afectos son los que más necesitan para afrontar con alegría los problemas cotidianos propios de esta etapa de la vida, como son los de salud, alimentación, falta de sueño, la soledad, entre otros.
Sin ánimos de herir susceptibilidades, queremos a través de los siguientes artículos hacer un llamado de atención para que todos, sin excepción ayudemos a los ancianos a que no sientan soledad y que tampoco se consideren una carga para la familia; aún cuando acusen deterioro físico.
Depresión del adulto Mayor
La desesperanza por no poder solucionar la serie de problemas cotidianos de la vida, aunado a las múltiples enfermedades que acompañan al anciano como son la artritis, falta de sueño, problemas de alimentación, entre otros, predisponen al adulto mayor a tener trastornos depresivos. Y cuidado, cuando la depresión diagnosticada dura más de dos semanas, altera la personalidad de los adultos mayores y por eso muchos de ellos terminan con pensamientos de muerte o con ideas suicidas.
El sicoanalista Rolando Pomalima, del Instituto de Salud Honorio Delgado Noguschi, señala que aún cuando la vejez y la depresión como diagnostico no necesariamente van de la mano; hay que tener en cuenta que el estado de tristeza entre los adultos mayores fluctúa entre el 20 y 30 por ciento como síntoma depresivo.
Sin embargo, aclara que la depresión como trastorno solo afecta a un 3 por ciento de la población mayor y ello se debe a muchos factores como por ejemplo la sabiduría que tiene el adulto mayor para enfrentar las dificultades.
De alguna manera tienen más habilidades para sobrevivir, inclusive las estadísticas a nivel nacional señalan que más del 50 por ciento de los adultos mayores son alegres siempre y cuando vivan en un entorno saludable.
Pero está la otra “cara de la moneda” hay muchos ancianos que viven una serie de penurias socioeconómicas, falta de afecto familiar y un completo estado de abandono y soledad. Estas complicaciones conllevan a gran parte de ellos, a la desesperanza y los predisponen a sufrir de trastornos depresivos.
Definitivamente los ancianos tienen debilidades físicas pero poseen otros tipos de fortalezas que deben sacar provecho, sobre todo a nivel intelectual son súper sabios y estos son factores protectores para los trastornos depresivos.
1 comentario:
esta bien
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