Un tema común entre nuestros adultos mayores, lo constituye la polifarmacia. Estadísticas médicas señalan que el consumo es superior a 4 fármacos diarios, en un mismo enfermo. Muchos profesionales de la salud y pacientes creen que para todo mal debe indicarse un medicamento específico con el fin de eliminar o controlar los síntomas.
Sin embargo, es importante diferenciar la polifarmacia y la polimedicina en el adulto mayor. La polifarmacia es el uso innecesario y excesivo de fármacos; mientras que la polimedicina es la utilización justificada de medicamentos para el tratamiento de la poli-patología (varias males a la vez) del anciano.
El problema radica en que los medicamentos, en sus múltiples presentaciones, pueden tener efectos secundarios e interacciones entre unos y otros, que causarían nuevos síntomas o enfermedades potencialmente más peligrosos que el padecimiento para el cual fueron recetados.
La situación se agrava pues para algunos pacientes los colirios (gotas para los ojos), las cremas, vitaminas, ungüentos, supositorios y otros fármacos, que no se toman vía oral o que son inyectados, no son verdaderos medicamentos, por lo que no los mencionan a sus médicos cuando acuden consulta y se puede caer en la duplicación terapéutica; es decir, que un paciente puede estar recibiendo varios medicamentos repetidos para un mismo problema, pues el médico no ha recibido información apropiada. Esto sucede frecuentemente con medicamentos idénticos, pero con nombres diferentes, porque en un caso se usa el nombre genérico y en otro el comercial.
Los pacientes adultos mayores tienen tres características principales que lo diferencian de otros grupos etéreos:
polipatología, polifarmacia y cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento que alteran la farmacocinética y farmacodinámica de los medicamentos. Estos tres factores hacen que la interacción medicamentosa que puede pasar desapercibida en un paciente joven, en el adulto mayor se manifiesta como una reacción adversa, que en el mejor de los casos, si es detectada como tal podrá corregirse, pero la mayor parte de veces es interpretada erróneamente como empeoramiento de la enfermedad, pobre adherencia al tratamiento o inefectividad de alguno de los fármacos indicados.
Acciones de Control
Sin embargo, es importante diferenciar la polifarmacia y la polimedicina en el adulto mayor. La polifarmacia es el uso innecesario y excesivo de fármacos; mientras que la polimedicina es la utilización justificada de medicamentos para el tratamiento de la poli-patología (varias males a la vez) del anciano.
El problema radica en que los medicamentos, en sus múltiples presentaciones, pueden tener efectos secundarios e interacciones entre unos y otros, que causarían nuevos síntomas o enfermedades potencialmente más peligrosos que el padecimiento para el cual fueron recetados.
La situación se agrava pues para algunos pacientes los colirios (gotas para los ojos), las cremas, vitaminas, ungüentos, supositorios y otros fármacos, que no se toman vía oral o que son inyectados, no son verdaderos medicamentos, por lo que no los mencionan a sus médicos cuando acuden consulta y se puede caer en la duplicación terapéutica; es decir, que un paciente puede estar recibiendo varios medicamentos repetidos para un mismo problema, pues el médico no ha recibido información apropiada. Esto sucede frecuentemente con medicamentos idénticos, pero con nombres diferentes, porque en un caso se usa el nombre genérico y en otro el comercial.
Los pacientes adultos mayores tienen tres características principales que lo diferencian de otros grupos etéreos:
polipatología, polifarmacia y cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento que alteran la farmacocinética y farmacodinámica de los medicamentos. Estos tres factores hacen que la interacción medicamentosa que puede pasar desapercibida en un paciente joven, en el adulto mayor se manifiesta como una reacción adversa, que en el mejor de los casos, si es detectada como tal podrá corregirse, pero la mayor parte de veces es interpretada erróneamente como empeoramiento de la enfermedad, pobre adherencia al tratamiento o inefectividad de alguno de los fármacos indicados.
Acciones de Control
El primer paso en el control de este problema tan frecuente y que afecta a muchos ancianos del mundo, es llevar consigo, cuando se consulte al médico, una lista de todos los fármacos que toma, incluyendo los que no se consideran medicamentos reales o que les "recetó" el vecino o lo compraron porque lo vieron en un programa de televisión o medio de comunicación escrito.
El segundo paso para atacar la "polifarmacia", es quitarnos de la mente que un síntoma es igual a medicina, porque está comprobado que entre más medicamentos tome una persona, especialmente los ancianos, mayores son las posibilidades de que aparezca un efecto secundario o una interacción, que el paciente podría interpretar como un nuevo síntoma; de esta manera, buscará a un nuevo especialista, para que le recete un nuevo medicamento y así sucesivamente.
No se sorprenda entonces si su médico le sugiere retirar temporal o definitivamente uno o varios de los medicamentos que usted usa cuando detecta alguna de estas alteraciones.
Consecuencias
El insomnio, es un problema típico del abuso de medicamentos y la polifarmacia en el adulto mayor. Este malestar frecuente lleva a las personas mayores al consumo de algunos fármacos por tiempos muy prolongados, dentro de los cuales los más conocidos son los ansiolíticos, de manera que se genera una dependencia de tales drogas para conciliar el sueño. Hoy, según los especialistas, se debe restringir el uso de estas medicinas, que predisponen a las caídas, el estreñimiento, la inmovilidad, problemas de la memoria y atención.
El médico es el encargado de controlar que la polifarmacia no afecte a sus pacientes; para lograr esto, lo ideal es que un solo especialista sea quien recete al adulto mayor.
Consejos Prácticos
El médico es el encargado de controlar que la polifarmacia no afecte a sus pacientes; para lograr esto, lo ideal es que un solo especialista sea quien recete al adulto mayor.
Consejos Prácticos
1. Conozca sus medicinas. Cuando consulte a un profesional, lleve consigo una lista con todos los nombres de los fármacos que actualmente usa y usó en las semanas previas. Si esto no es posible, lleve siempre los medicamentos con usted.
2. No espere que el médico le recete algo nuevo cada vez que lo consulta. Entre más medicamentos tome usted, hay más riesgo de efectos secundarios o interacciones negativas.
3. Explique al médico sus hábitos de alimentación, del sueño y su patrón defecatorio, así como el consumo de alcohol, café y tabaco. Muchos problemas comunes de los ancianos se originan en estos hábitos y costumbres.
4. Prefiera que su médico le recete medicamentos que sean fáciles de tomar o de aplicar, especialmente que se tomen una sola vez al día.
5. Verifique con su médico el horario para tomar o aplicarse el tratamiento, así como la duración de este.
Estadísticas
2. No espere que el médico le recete algo nuevo cada vez que lo consulta. Entre más medicamentos tome usted, hay más riesgo de efectos secundarios o interacciones negativas.
3. Explique al médico sus hábitos de alimentación, del sueño y su patrón defecatorio, así como el consumo de alcohol, café y tabaco. Muchos problemas comunes de los ancianos se originan en estos hábitos y costumbres.
4. Prefiera que su médico le recete medicamentos que sean fáciles de tomar o de aplicar, especialmente que se tomen una sola vez al día.
5. Verifique con su médico el horario para tomar o aplicarse el tratamiento, así como la duración de este.
Estadísticas
Si un paciente está tomando 5 medicamentos, existe la probabilidad de 50% de una interacción importante clínicamente. Cuando son 7 los fármacos por paciente, la posibilidad se incrementa al 100%. De ese total, un 20% podría ser con manifestaciones de reacciones adversas severas.
Las interacciones medicamentosas son causantes de 4.4% de todas las hospitalizaciones atribuidas a fármacos y representan el 4.6% de todas las reacciones adversas medicamentosas (RAM) en pacientes hospitalizados.
Las interacciones medicamentosas son causantes de 4.4% de todas las hospitalizaciones atribuidas a fármacos y representan el 4.6% de todas las reacciones adversas medicamentosas (RAM) en pacientes hospitalizados.
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