Es una lástima comprobar que el Plan Tolerancia Cero implementado por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), que ordena el control del transporte interprovincial de pasajeros y de carga, no se cumple en el interior del país.
No solo las autoridades de los gobiernos regionales pasan por alto la disposición del MTC al no realizar operativos en las carreteras; sino también los pobladores de las distintas zonas del interior que pasan por alto la constante inseguridad en el transporte. Parece que no les importara, pues los pasajeros son los que deberían ejercer el control más inmediato sobre la seguridad de los ómnibus.
Esta total falta de apoyo al Plan Tolerancia Cero la pude comprobar en mi reciente viaje a la provincia de Yauyos, en el Departamento de Lima. La empresa bus Reyes que cubre la ruta Lima-Yauyos-Lima partió de su local, en la avenida Luna Pizarro 456 (La Victoria) a las 6.30 de la mañana con el ómnibus casi completo. A lo largo de la ruta, se detuvo varias veces para recoger pasajeros y ya estaba lleno cuando llegamos a Cañete. Allí, hizo una parada y los viajeros bajamos a desayunar a las 10 de la mañana.
En el local de la empresa en Cañete había mucha gente esperando y quedé muy sorprendida al ver que todos abordaron el autobús, sin importarles hacer el viaje de pie y apretujados. Cabe mencionar que entre los “parados” había hombres, mujeres, ancianos, madres con niños y hasta cuatro miembros de la Policía Nacional, supe que eran miembros de las fuerzas del orden, porque los vi. uniformados en la ciudad de Yauyos.
Los lugareños viajan con animales vivos (gallinas, pollos, cerdos, etc.)y todo tipo de carga como sacos de arroz, azúcar, artículos de plástico y todo lo que uno se pueda imaginar. Esta carga va en el techo del ómnibus y a lo largo de la ruta es manipulada por dos jovencitos, quienes provistos de escaleras suben y bajan los bultos a pedido de sus dueños.
El viaje de los “parados” duró más de 7 horas, pero nadie se quejó, ni dijo nada, parece que ellos ignoran lo que es el Plan Tolerancia Cero; es más creo que no les importa, pues toleran la precariedad de los ómnibus y la imprudencia de sus conductores. Inclusive, los encargados de hacer cumplir la ley (la Policía) se ven obligados a viajar en condiciones extremas, debido a la falta de empresas y de un mayor número de unidades para cubrir la ruta. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los que usan el transporte terrestre interprovincial pertenece al segmento pobre de la población.
El promedio diario de muertes en las carreteras peruanas es muy alto y ya es momento que todas las instancias con responsabilidad en el problema intervengan, empezando por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, que es la entidad del Poder Ejecutivo encargado del diseño e implementación de las políticas del sector. También está comprometida la Policía Nacional, en cuanto al control de carreteras, el Poder Judicial para sancionar con rigor las irregularidades que se denuncien y los gobiernos locales y regionales para cooperar en el cumplimiento de las políticas trazadas.
El regreso de Yauyos a Lima, a pesar que se realiza de noche y en menos tiempo, tiene el mismo ingrediente, gente que viaja de pie las 7 horas que dura el trayecto; la única diferencia es que “duermen parados”.
No solo las autoridades de los gobiernos regionales pasan por alto la disposición del MTC al no realizar operativos en las carreteras; sino también los pobladores de las distintas zonas del interior que pasan por alto la constante inseguridad en el transporte. Parece que no les importara, pues los pasajeros son los que deberían ejercer el control más inmediato sobre la seguridad de los ómnibus.
Esta total falta de apoyo al Plan Tolerancia Cero la pude comprobar en mi reciente viaje a la provincia de Yauyos, en el Departamento de Lima. La empresa bus Reyes que cubre la ruta Lima-Yauyos-Lima partió de su local, en la avenida Luna Pizarro 456 (La Victoria) a las 6.30 de la mañana con el ómnibus casi completo. A lo largo de la ruta, se detuvo varias veces para recoger pasajeros y ya estaba lleno cuando llegamos a Cañete. Allí, hizo una parada y los viajeros bajamos a desayunar a las 10 de la mañana.
En el local de la empresa en Cañete había mucha gente esperando y quedé muy sorprendida al ver que todos abordaron el autobús, sin importarles hacer el viaje de pie y apretujados. Cabe mencionar que entre los “parados” había hombres, mujeres, ancianos, madres con niños y hasta cuatro miembros de la Policía Nacional, supe que eran miembros de las fuerzas del orden, porque los vi. uniformados en la ciudad de Yauyos.
Los lugareños viajan con animales vivos (gallinas, pollos, cerdos, etc.)y todo tipo de carga como sacos de arroz, azúcar, artículos de plástico y todo lo que uno se pueda imaginar. Esta carga va en el techo del ómnibus y a lo largo de la ruta es manipulada por dos jovencitos, quienes provistos de escaleras suben y bajan los bultos a pedido de sus dueños.
El viaje de los “parados” duró más de 7 horas, pero nadie se quejó, ni dijo nada, parece que ellos ignoran lo que es el Plan Tolerancia Cero; es más creo que no les importa, pues toleran la precariedad de los ómnibus y la imprudencia de sus conductores. Inclusive, los encargados de hacer cumplir la ley (la Policía) se ven obligados a viajar en condiciones extremas, debido a la falta de empresas y de un mayor número de unidades para cubrir la ruta. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los que usan el transporte terrestre interprovincial pertenece al segmento pobre de la población.
El promedio diario de muertes en las carreteras peruanas es muy alto y ya es momento que todas las instancias con responsabilidad en el problema intervengan, empezando por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, que es la entidad del Poder Ejecutivo encargado del diseño e implementación de las políticas del sector. También está comprometida la Policía Nacional, en cuanto al control de carreteras, el Poder Judicial para sancionar con rigor las irregularidades que se denuncien y los gobiernos locales y regionales para cooperar en el cumplimiento de las políticas trazadas.
El regreso de Yauyos a Lima, a pesar que se realiza de noche y en menos tiempo, tiene el mismo ingrediente, gente que viaja de pie las 7 horas que dura el trayecto; la única diferencia es que “duermen parados”.
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